Abr
24
Como bien sabrán, el otro día estuvo el papa Benito en la sede de Naciones Unidas y pronunció un discurso que yo ni siquiera voy a comentar, ya que se comenta solo. Una vez más Ratzi dijo las verdades del barquero a la cara de quien las quiso escuchar, sin miedo de entrar en temas espinosos ni tampoco con la intención de agasajar los oídos que le quisieran prestar atención. Pueden pinchar aquí para leerlo en castellano.
Me quedo con una frase benitense: “El discernimiento, es decir, la capacidad de distinguir el bien del mal, se hace más esencial en el contexto de exigencias que conciernen a la vida misma y al comportamiento de las personas, de las comunidades y de los pueblos”.
Mientras Benito hablaba para la Asamblea General yo me acordaba mucho de uno de mis profesores, José Antonio, quien siempre comenta que en esa misma sala están escritas a modo de lema unas palabras de la profecía de Isaías que, según él, ninguno de los miembros de la ONU parece haber leído. Cito el versículo completo y en negrita las frases allí escritas. Juzguen ustedes mismos si las leyeron y, sobre todo, si los ONUenses las entienden:
“Juzgará entre las gentes, será árbitro de pueblos numerosos. Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará la espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra” (Is 2,4)
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